Despedida: Mujer Virtuosa ¿Quién la Hallará?
“¡Oh, que muera yo
la muerte de las rectas, y sea mi fin como el de ellas!”
Números 23:10
Números 23:10
Hoy estamos de
luto. Y luto como ninguno.
Arrancada de forma
cruel y súbita de entre nosotros. Ella, quien proporcionó albergue a cientos,
murió en la calle.
Quien brindó a
otros una familia, murió sola.
Quien sirvió 30
años a su comunidad, fue privada de la vida en un instante.
Quien protegió a
otros, no recibió en el día fatal, auxilio.
Quien protegió la
dignidad ajena, fue exhibida en el mal día en fotos morbosas.
Quien prodigaba
afecto, recibió una fría daga en pago.
Aquella que
enalteció la dignidad de sus semejantes, en vez de monumento, pila de
ignominia.
Así mueren los
cristianos. Los que en verdad se esmeraron por seguir el ejemplo del Maestro
Jesús.
Incomprensión, no
honores ni bandera a media asta. Y sin embargo, su legado, ¿quién lo negará? y
su generación ¿quién la contará?
Alimentó a los
pobres, lloró con los necesitados, amparó-en el más amplio sentido posible de
la palabra-, a los desprotegidos. Protegió con riesgo de su vida a los más
vulnerables. Educó, levantó escuelas y formó discípulos. Proveyó más que un
techo, calor de hogar, sentido de pertenencia. Visión de vida. Enalteció el
estudio, no era opcional prepararse.
El trabajo, que
ennoblece y da sentido de dignidad. La autonomía, la espiritualidad, los
valores, la ética y la responsabilidad. Su albergue era el progreso.
Bienaventurados quienes cruzaron sus puertas. Dichosos los que de su ejemplo
abrevaron.
Incomprendida, como
es natural, por quienes de tiempo cerraron su corazón a la tragedia de los
pobres.
Consejo más sobrio
y prudente que el de ella, no había. Y al que amparaba, tenía en ella diez
ejércitos. Y he aquí, su forja de guerrera era dulce, y el instinto materno a
flor de piel y tierno. De su generoso afecto muchos recibieron lo que de sus
madres naturales carecieron.
Médico, egresada
del Politécnico Nacional, trabajó para el gobierno federal por muchos años.
Criada en el protestantismo, ella misma vivió en su niñez un tiempo en un
albergue presbiteriano. De su fe y de ser de una minoría, nunca se avergonzó.
Predicó a Jesucristo conforme a su conciencia en tierra hostil, de tradición
cerrada; gritó a quien quisiera oír que después de esta vida hay otra que es
Eterna e inmarcesible. Desmintió a los ascetas diciendo que la vida presente,
en el aquí y ahora, es también preciosa e importante, tanto que dedicó su vida
ella a suplir toda carencia material y emocional de los que menos tienen.
Teóloga y luchadora social fundida en mujer, postuló que la justicia y defender
a los que menos tienen, son los mandamientos más sagrados y que no son
opcionales.
Generosa en las
catástrofes, -huracanes o trágicas inundaciones- repartió víveres y prodigaba
consultas médicas hasta altas horas de la noche. La ciudad siempre contaba con
ella. Como médico era competente y excepcional: cuando la enfermedad cruel no
podía curar, aliviaba; y cuando no podía aliviar, consolaba. Daba seguimiento a
los pacientes graves, canalizándolos a los mejores hospitales hasta asegurarse
de su recuperación.
Quienes la
menospreciaron por ser mujer, o por su aspecto dulce, pronto caían en cuenta de
su error. En los juzgados, a favor de los débiles, Diva era un contrincante
formidable. Combinación de intelecto, perseverancia y feroz sentido protector,
sustentados en la fe y la convicción de que las mujeres, los menores, tienen
derechos humanos y que podemos construir un mejor país.
Punto de
referencia. Esa es la mejor descripción de ella. De honores y galardones estaba
llena su pared: Mujer del año, premios de todo lo que los gobiernos y las
instituciones dan premios a los que sobresalen en labores humanitarias y
sociales. Nunca buscó los galardones humanos. Le llegaban por consecuencia,
pero los recibía con humildad, sabiendo que uno solo es el galardón eterno.
Corrió con
paciencia la carrera de la fe. Se hizo sierva de todos, echó mano de la vida
eterna haciendo tesoros en los cielos, en donde ladrones no minan ni hurtan.
Diva Gayosso es su
nombre: ya lo entonan coros de ángeles celestiales: entrará en la paz,
descansará de sus obras, enjugará Dios toda lágrima de ella y hoy escucha ya
las benditas palabras “bien, buena sierva y fiel, sobre poco has sido fiel,
sobre mucho te pondré’’...
Diva hermana, Diva madre,
Diva protectora más que un padre.
Tu obra y tu legado
siguen adelante.
Diva dulce de la
sonrisa de niña. Diva de la mirada.
De los ojos negros
que escrutan dicho y alma.
Tus sacrificios no
fueron en vano.
Diva de la
presencia regia y de la palabra franca.
Diva de los dolores
del alma.
Diva del milagro
permanente del amor,
Del continuo darte
por otros con alegría.
Diva de la fe que
movió montañas, que tapa la boca de los leones y gana mil batallas.
Diva de la palabra
que hizo florecer el desierto.
Diva, la que creyó
en Cristo.
La que hoy descansa
ya en paz, con Él, en la sublime gloria.
Amén
Anónimo
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ResponderEliminargracias por tomarse un tiempo para leer este apartado, sinceramente yo conoci muy bien a esta persona, yo ingresé a los 8 años ahi, porque no tenia familia, desde entonses ella siempre, siempre estaba al pendiente de mi, por lo cual ella fue la madre que no tuve. Y ESTOY MUY AGRADECIDA
ResponderEliminarhoy ya un mes de su partida, y pareciera que aun esta entre nosotros...
ResponderEliminarmuy interesante
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
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