Aunque Náufraga Soy: Parte 3
Por días navegaron juntas, se escuchaban y animaban, pues solo se tenía una a la otra, día a día se prometían que todo estaría bien. Hana no podía más que mostrarse feliz y amigable con ella, además de que ya la apreciaba mucho, pues se sentía segura a su lado.
Hana pensaba que su tristeza había terminado y que desde
ahora su vida sería feliz junto a su gran amiga que la había rescatado días
atrás; se dispuso a dormir como cualquier noche sin preocuparse de nada, al
principio no podía conciliar el sueño, algo la inquietaba, pero no sabía que la
ponía así, y mientras pensaba se quedó profundamente dormida.
Al día siguiente en el primer rayo de luz, Hana despertó,
y todo le era muy silencioso; comenzó a llamar a su amiga y no hubo quien le
respondiera, el tremendo silencio la asustaba, estaba sola en ese bote. Hana
había sido abandonada en ese inmenso mar; en la fría noche, su amiga había
preferido subir a otro bote, todo fue tan repentino que olvidó que Hana dormía,
olvidó por un momento la amistad con Hana, nunca pensó que Hana se sentiría tan solitaria
en ese inmenso mar, su prioridad más grande fue el bienestar de ella misma
antes que la amistad.
Hana se puso muy triste y desesperada por lo ocurrido,
no sabía qué hacer y no lograba ordenar sus pensamientos; después de
tranquilizarse comenzó a llorar, y a llorar. Por cada lágrima derramada, perdía
la esperanza por seguir adelante; Hana se sentía sola, y pensaba que nunca más
iba a depositar su confianza en la gente, pues ella consideraba que uno siempre
debe ser sincero y hablar con la verdad, para Hana es muy valiosa la amistad.
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